Preparando el huerto del CROA

Recordando las palabras de Vandana Shiva, filósofa, escritora y activista india por el medio ambiente, «en este periodo del fin del mundo, ¿cómo sembramos las semillas de un mundo posible?. Cada joven debe reconocer que trabajar con sus manos, con su corazón y sus mentes que están interconectados, es la evolución más elevada de nuestra especie. Trabajar con nuestras manos no es una degradación, es nuestra verdadera humanidad.»

Un huerto es una forma de mantener nuestra unión con la Madre Tierra, de comprender sus ciclos, de ver nacer y crecer la vida en todo su esplendor. De valorar de dónde salen nuestros alimentos y contemplar, en primera persona la magia del milagro de la vida.

El frío del invierno en el CROA deja espacio a que la tierra se recupere y preparar nuestro huerto de cara a la primavera.

Así que antes de estas últimas lluvias y nevadas nos pusimos a ello. En primer lugar lugar eliminando la escasa vegetación que había crecido con la inestimable ayuda de nuestras habitantes, que estuvieron encantadas de echarnos una mano.

Disfrutaron a lo grande de poder comer los brotes verdes que tanto les gustan.

Voluntarios del CROA retirando el sistema de riego

Mientras ellas hacían esta labor, dos de nuestros voluntarios se dedicaron a quitar las cañas y los sistemas de riego para guardarlos y volver a ser utilizados cuando llegue el buen tiempo.

Retirada de cañas en el huerto por nuestros voluntarios

Después tocaba abonar y la labrar la tierra. Nuestros habitantes nos proporcionan todo el abono necesario para nutrir la tierra.

Recogida de estiercol para abonar el huerto

Con la ayuda de un motocultivador removimos la tierra mezclándola con el estiercol, quedando lista para ser cultivada.

Nicolás labrando el huerto con ayuda de un motocultivador

Y ya que estábamos allí, nos animamos a hacer un par de caballones para plantar ajos, la planta estrella del invierno.

Nicolás haciendo caballones en el CROA

Y, para finalizar, con una sensación de euforia terminamos plantando los ajos. Euforia porque sabemos que tendremos la suerte de cuidarlos, verlos crecer y cosecharlos cuando llegue el momento.

Voluntarias plantando ajos en el huerto del CROA

Así que, con los pies y manos teñidos de tierra, tierra que junto con el agua y sol son el origen y el sustento de nuestra vida, acabamos felices y satisfechos, esperando ansiosos el día que empiecen a brotar y el buen tiempo para seguir trabajando y disfrutando plenamente de nuestro huerto.

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